jueves, 26 de marzo de 2009

LA PROMOCIÓN DE LA MUJER


Una de las últimas intervenciones del Papa en su visita en Angola se refirió a la promoción de la dignidad de la mujer. Ante las discriminaciones que en la actualidad sufren las mujeres, el Papa enfatiza: “los designios de Dios son diferentes”.

“Un saludo lleno de afecto y esperanza a las mujeres, a las que Dios ha confiado la fuente de la vida: vivís y apostáis por la vida, porque el Dios vivo ha apostado por vosotras.

Exhorto a todos a ser realmente conscientes de las condiciones desfavorables a las que han estado sometidas - y lo siguen estando -muchas mujeres, examinando en qué medida esto puede ser causado por la conducta y la actitud de los hombres, a veces por su falta de sensibilidad o responsabilidad.

Dice la Sagrada Escritura que el Creador divino, al ver la obra que había realizado, vio que faltaba algo: todo habría sido bueno si el hombre no hubiera estado solo. ¿Cómo podía el hombre solo ser imagen y semejanza de Dios, que es uno y trino, de Dios que es comunión? «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacer alguien como él que le ayude» (cf. Gn 2,18-20).

Los dos están llamados a vivir en profunda comunión, en un recíproco reconocimiento y entrega de sí mismos, trabajando juntos por el bien común con las características complementarias de lo que es masculino y de lo que es femenino. ¿A quién se le oculta hoy la necesidad de dar más espacio a las «razones» del corazón?

Hoy nadie debería dudar que las mujeres, sobre la base de su igual dignidad con los hombres, «tienen pleno derecho a insertarse activamente en todos los ámbitos públicos y su derecho debe ser afirmado y protegido incluso por medio de instrumentos legales donde se considere necesario. Sin embargo, este reconocimiento del papel público de las mujeres no debe disminuir su función insustituible dentro de la familia: aquí su aportación al bien y al progreso social, aunque esté poco considerada, tiene un valor verdaderamente inestimable» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1995, n. 9).

La presencia materna dentro de la familia es tan importante para la estabilidad y el desarrollo de esta célula fundamental de la sociedad, que debería ser reconocida, alabada y apoyada de todos los modos posibles. Y, por el mismo motivo, la sociedad ha de llamar la atención a los maridos y a los padres sobre sus responsabilidades respecto a su propia familia.

La edificación de toda familia cristiana se realiza dentro de esa familia más grande que es la Iglesia, la cual la sostiene y la estrecha en su pecho, garantizando que sobre ella, ahora y en el futuro, se pose el «sí» del Creador”.

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