lunes, 12 de abril de 2010

1942: "YA SOY SACERDOTE"


Vuelvo a escribir unas pocas líneas sobre Monseñor Oscar Romero. Hace pocos días se ha conmemorado los 30 años de su muerte martirial. Las publicaciones -en internet- han sido abundantes, lo hacen desde diversas aproximaciones, y destacando algunos aspectos. En El Salvador se hizo reconocimiento de su memoria a nivel estatal, cosa que hasta la fecha se había evitado. En distintos lugares se tuvieron celebraciones y su testimonio sigue en la mente de muchas personas.

A nivel eclesial se lleva el proceso de canonización. Se siguió el proceso diocesano y luego pasó a la Congregación para la Causa de los Santos. La Conferencia Episcopal de El Salvador escribió una carta al Santo Padre solicitando la agilización del proceso. Solamente cuando dicho proceso haya concluido, es decir, con la proclamación de santidad y la inscripción en el libro de los santos. Sólo entonces, será llevado al honor de los altares.

En los días de Semana Santa leí el libro que recoge los apuntes personales, a manera de diario personal, que el seminaristas Oscar Romero escribió cuando era semanista en Roma. Muchos quizá conocen el Diario de Monseñor Oscar Romero, que grababa al final de cada jornada, y recogen sus impresiones hasta cuatro días antes de ser asesinado. En esta nueva publicación encontramos un camino de formación hacia el sacerdocio. Notamos su gran admiración por el Santo Padre. Esto fue una constante durante toda su vida.

Cuando es ordenado sacerdote, el 4 de abril de 1942 en Roma, anotaba: “Mi ideal se corona entre los aleluyas pascuales. Ya soy sacerdote”. “He pasado el día abismado en mi grandeza que yo mismo no comprendo. Señor, dame fe para que siempre sea sacerdote”. “Por tu Corazón yo prometo darme todo por tu gloria y por las almas; Quiero morir así en medio del trabajo; fatigado del camino, rendido, cansado, me acordaré de tus fatigas y hasta ellas serán precio de tu redención”. “Tú eres mi gloria y la recompensa de mi vida sacerdotal; tu amor, Jesús, tu amor… y eso me basta”

En este año sacerdotal estas palabras recobran gran significado y al recordar cómo murió –celebrando la Santa Misa- sólo podemos agradecer a Dios por esta vocación sacerdotal, que vivió en comunión con la Iglesia y nos inspira ese mismo camino en nuestros días. Su memoria no puede llevar a divisiones. "Sentir con la Iglesia": con la Iglesia de hoy.

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