jueves, 6 de octubre de 2011

LA IGLESIA DEBE CAMBIAR: BENEDICTO XVI


Alguno podría decir: “por fin llegan los vientos de cambio en la Iglesia”. Esta vez hasta lo dijo el mismo papa. Durante el último día de su viaje pastoral a Alemania, Benedicto XVI ha abordado el tema de los cambios en la Iglesia. Cambiar, estar al día, actualizarse, “aggiornarsi” parecen términos que toda institución debe hacer para no quedarse atrás ni fuera de la corriente de la “actualidad”. Se ha pensado que todo cambio o progreso siempre es necesario y bueno casi por sí mismo. La idea de “progreso” ha sido aceptada en casi todos los ámbitos de la sociedad.

Pero, ¿qué hay que cambiar? Algunos dicen que para evitar la “fuga” en países de antigua tradición cristiana la Iglesia debe ser más acogedora y cambiar muchas de enseñanzas o doctrinas que son “difíciles” para muchos o que debería “abrir” sus puertas a nuevas realidades que se presentan en la sociedad. Todos estos cambios, en el fondo, vendrían a beneficiar a la propia Iglesia: camina al ritmo de la sociedad moderna.

¿Fue esta la idea que expuso el Papa cuando habló de cambios? No, en absoluto. Años anteriores, el entonces cardenal Ratzinger, había dicho que la Iglesia corre el riesgo de hablar mucho de sí misma y no de su Señor. El cambio en la Iglesia se orienta a la Misión. La Iglesia vive –para esto nació- para evangelizar, para continuar la misión que le encomendó el Divino Maestro. Para cumplir su misión no debe “camuflarse” ni confundirse con el mundo, sino “desmundanizarse”. Cambiar significa volver a tomar con entusiasmo su misión evangelizadora en el mundo de hoy. Hay motivos para cambiar. Comencemos con usted y yo, dijo Madre Teresa.

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