jueves, 20 de octubre de 2011

EL AÑO DE LA FE


Para la Iglesia Católica se aproxima la celebración del Año de la Fe. Lo ha anunciado recientemente el Papa Benedicto XVI por medio de la Carta Apostólica Porta Fidei (La Puerta de la Fe).

El motivo que sirve de contexto al Año de la Fe es que el 11 de octubre de 2012 se cumplen cincuenta años de la Inauguración del Concilio Vaticano II. Una primera finalidad de este acontecimiento es volver a escuchar el Concilio Vaticano II en su conjunto: la renovación de la Iglesia del tercer milenio pasa por conocer, comprender y aplicar la enseñanza del Concilio. No se trata sólo de apelar a un “espíritu” del Concilio sino al espíritu, a la letra y al modo cómo ha sido interpretado por la Iglesia misma, por los sucesores de Pedro.

La segunda finalidad que se propone en la Carta, es tomar el Catecismo de la Iglesia Católica como “regla segura para la enseñanza de la fe y como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial”. Son veinte años ya desde que se promulgó el Catecismo como uno de los grandes frutos del Concilio. La primera parte del Catecismo se dedica a la “Profesión de la fe” y debe servir como guía para que todo este Año se pueda profundizar en los contenidos de nuestra fe.

Una Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe presentará algunas indicaciones para vivir el Año de la fe de la manera más eficaz y apropiada. Pero no quita las diversas iniciativas que a nivel diocesano o parroquial se puedan hacer. Los creyentes deben estar convencidos de su fe y de vivirla con alegría.

jueves, 6 de octubre de 2011

LA IGLESIA DEBE CAMBIAR: BENEDICTO XVI


Alguno podría decir: “por fin llegan los vientos de cambio en la Iglesia”. Esta vez hasta lo dijo el mismo papa. Durante el último día de su viaje pastoral a Alemania, Benedicto XVI ha abordado el tema de los cambios en la Iglesia. Cambiar, estar al día, actualizarse, “aggiornarsi” parecen términos que toda institución debe hacer para no quedarse atrás ni fuera de la corriente de la “actualidad”. Se ha pensado que todo cambio o progreso siempre es necesario y bueno casi por sí mismo. La idea de “progreso” ha sido aceptada en casi todos los ámbitos de la sociedad.

Pero, ¿qué hay que cambiar? Algunos dicen que para evitar la “fuga” en países de antigua tradición cristiana la Iglesia debe ser más acogedora y cambiar muchas de enseñanzas o doctrinas que son “difíciles” para muchos o que debería “abrir” sus puertas a nuevas realidades que se presentan en la sociedad. Todos estos cambios, en el fondo, vendrían a beneficiar a la propia Iglesia: camina al ritmo de la sociedad moderna.

¿Fue esta la idea que expuso el Papa cuando habló de cambios? No, en absoluto. Años anteriores, el entonces cardenal Ratzinger, había dicho que la Iglesia corre el riesgo de hablar mucho de sí misma y no de su Señor. El cambio en la Iglesia se orienta a la Misión. La Iglesia vive –para esto nació- para evangelizar, para continuar la misión que le encomendó el Divino Maestro. Para cumplir su misión no debe “camuflarse” ni confundirse con el mundo, sino “desmundanizarse”. Cambiar significa volver a tomar con entusiasmo su misión evangelizadora en el mundo de hoy. Hay motivos para cambiar. Comencemos con usted y yo, dijo Madre Teresa.

viernes, 12 de agosto de 2011

JMJ, JÓVENES Y LA SED DE DIOS


El 12 de agosto fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el día Internacional de la Juventud. En este mes, en Madrid, se llevará a cabo la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). La cuenta atrás ha comenzado.

La JMJ es un evento que mueve a muchísimos jóvenes de todo el mundo. En términos de números, se espera más de un millón de participantes. La JMJ es punto de referencia mediático en todo el mundo. Los participantes se mueven por motivos que están por encima de cualquier evento político, cultural, económico o deportivo.

La gran mayoría de jóvenes quiere estar allí porque va a estar el Papa (un hombre de más de 80 años), porque van a vivir y testimoniar la fe católica (de más de 2,000 años de existencia) y porque han encontrado en la fe razones para seguir viviendo y esperando en un mundo “en crisis”. Este encuentro, como los anteriores, muestran que el hombre de hoy no se conforma con los ideales meramente humanos, sino que tiene sed de Dios, del Dios vivo.

Estas actitudes han molestado a muchos que se dicen tolerantes pero ahora se muestran intolerantes y quiere llamar la atención por diversas vías. Como dice alguno por allí, estos grupos son los inevitables parásitos: grupos que se cuelgan del evento para tener un poco de visibilidad. No se definen por su propuesta sino por el antagonismo.


sábado, 30 de abril de 2011

SANTIDAD Y HUMANIDAD

En los ambientes de sectas evangélicas, con frecuencia, se critica a la Iglesia Católica por tener en el templo las imágenes de los santos. Suelen decir que apartan del culto debido a Dios, ¿Tienen razón?


Con la beatificación de Juan Pablo II la Iglesia y el mundo son testigos que la santidad es posible. El Sucesor de Pedro estuvo al frente de la Iglesia por varios años. Recorrió muchos países con afán misionero. Mostró la preocupación de la Iglesia por el hombre de hoy, por todo hombre y mujer. Muchos fueron los que conocieron a Juan Pablo II cuando inició su tarea de guiar a la Iglesia y muchos más, los que lo vieron como un anciano enfermo que se aferraba a la cruz.


Muere el segundo domingo de Pascua o Domingo de la Divina Misericordia. Inmediatamente la gente que lo ha visto quiere darle el último “adiós”. Con la muerte de una persona se pone ante los ojos de los demás lo que ha sido su vida. Los que le conocieron de siempre, los que vivieron con él, los que fueron sus colaboradores, y muchísimos testimonios de personas que mostraban que Juan Pablo II había sido una persona extraordinaria. El clamor de muchos fue: “santo ya".


Una persona que había mostrado una gran humanidad. Dones y talentos recibidos de Dios y que generosamente los había puesto al servicio de los demás. Un santo siempre atrae a sus contemporáneos – y no sólo- porque deja una huella, un legado, una herencia, un estilo que vida que anima, empuja y da esperanza. Un santo es aquel cuya humanidad deja traslucir aquella fuerza divina e invita a seguirla: “Abran las puertas a Cristo”, “No tengan miedo”. Juan Pablo II, y todos los santos del cielo, son quienes animan el camino de fidelidad a Cristo. Santidad y humanidad van de la mano.

martes, 5 de abril de 2011

MENOS DE UN MES: BEATO JUAN PABLO II


Falta poco menos de un mes para la beatificación del siervo de Dios Juan Pablo II. El domingo segundo de Pascua o domingo de la Divina Misericordia, fiesta que contribuyó a difundir, tendrá lugar la ceremonia que lo eleva a los altares.

Los preparativos han comenzado meses atrás. Ahora sólo queda afinar en los detalles. Las iniciativas en diversos lugares se han multiplicado. Libros que recogen su memoria y legado aparecen con frecuencia. Actos en distintas diócesis para honrar su memoria o recordando alguna de sus visitas. En los periódicos italianos se percibe la expectación ante dicho acontecimiento.

El programa de la beatificación ha sido difundido por la Santa Sede. El 30 de abril se tendrá una vigila en el Circo Máximo dedicada a las palabras y a los gestos de Juan Pablo II. Además se tendrá el rezo del Rosario, los Misterios Luminosos, en conexión directa desde cinco santuarios marianos.

El 1 de mayo será la Misa de Beatificación, Domingo de la Octava de Pascua o de la Divina Misericordia. Al siguiente día, el lunes 2 de mayo, se tendrá la Misa de Acción de Gracias en Plaza de San Pedro. A partir de este día se pueden venerar sus restos mortales (con culto público)

jueves, 24 de marzo de 2011

Obama visita la tumba del arzobispo Óscar Romero en El Salvador

Obama visita la tumba del arzobispo Óscar Romero en El Salvador

XXXI ANIVERSARIO DEL DIES NATALIS DE MONSEÑOR ROMERO


Se cumplen ya el XXXI aniversario del DIES NALATIS de Monseñor Oscar Arnulfo ROMERO. Es decir, de su nacimiento para el cielo. Monseñor Romero corrió su carrera y llegó a la meta.

Lo primero que me gustaría señalar sobre Monseñor Romero es que fue un sacerdote, un obispo y un pastor que amaba mucho a la Iglesia. Su lema episcopal fue “Sentir con la Iglesia”. La Iglesia es el mundo instrumento de unidad y de comunión con Dios y entre los hombres entre sí. La Iglesia está fundada sobre Jesucristo y guiada por los sucesores de los apóstoles. Monseñor Romero aprendió en sus años de estudiante en Roma a tener una admiración y obediencia al Papa. Siempre fue su punto de referencia enseñar sus predicaciones.

Daba también un valor central a la oración. No podemos pensar que dedicara tiempo a la oración solamente en los años más exigentes de su vida, sino que también fue su alimento desde los años de párroco en San Miguel. Fue en los encuentros con Jesús en la oración que fue tomando las decisiones más importantes de su vida. Primero estaba la oración. Fue gran devoto del Sagrado Corazón de Jesús. Y hubiera querido que todos lo fueran. Cómo arderían los corazón en el amor de Dios, lo habría deseado.

En tercer lugar está el amor a los pobres. Esta faceta quizá sea la más destacada en algunos ambientes. Aprendió del Evangelio que para evangelizar a los pobres había que amarlos. Así lo hizo Jesucristo, así lo testimonian los evangelios, así lo enseña también la Doctrina Social de la Iglesia. Su amor a los pobres no comenzó siendo arzobispo, sino que lo había manifestado de muchas maneras siendo sacerdote. Su guía no fue la simple compasión humana, sino la conciencia cristiana iluminada por su magisterio social.

Su muerte en el altar, mientras celebraba la Misa, selló su consagración a Dios en cuerpo y alma.